Esta mañana los lobos tardaron en aparecer. Al llegar a la espera vimos por un segundo un ejemplar entre las escobas pero enseguida se esfumó como un fantasma y ya no volvió a salir. Tuvimos que esperar al final de la sesión para que otro ejemplar diferente apareciera al descubierto en lo alto de una loma. Allí se detuvo por unos minutos para otear el valle, antes de continuar atravesando una zona de matorral para, finalmente, perderse en una mancha de bosque. Aunque ver lobo no fue fácil este día, disfrutamos durante la mañana de otros mamíferos, como rebecos y ciervos, e incluso un jabalí de buen tamaño.

Hasta 7 ejemplares observados esta mañana en un encuentro tan memorable como inesperado. En anteriores visitas a este grupo solo se habían conseguido avistar ejemplares subadultos atravesando una zona espesa de monte, pero hoy toda la manada salió a una zona mucho más despejada de escobas y roca donde pudimos disfrutar de los animales durante muchos minutos. La luz fue además inmejorable, permitiendo una nitidez y una calidad asombrosa en la observación a través del telescopio. Mantener una distancia adecuada y un comportamiento discreto y responsable es importante para lograr este tipo de resultados. Esperamos seguir disfrutando enormemente de este grupo en las próximas semanas.  

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Aunque llevamos ya más de un mes de intenso trabajo de prospección, con avistamientos frecuentes pero hasta cierto punto impredecibles, es ahora cuando damos oficialmente inicio a la temporada de observación de lobo en la Montaña de Riaño. Tradicionalmente, los meses de agosto a octubre, incluso noviembre, son los mejores para la observación directa de este cánido salvaje, aunque claro está que cada época tiene su magia y sus recompensas. A veces no es tan importante ver al lobo como sentir su presencia cercana para disfrutar de la emoción de esta experiencia.