Qué es natureWatch
Ámbito territorial
Con una superficie total de 268.550 ha, la Montaña de Riaño, entendida como destino turístico, abarca un amplio sector del extremo nororiental de la provincia de León limítrofe con las provincias de Palencia, al este, Cantabria y Asturias, al norte. Este territorio se reparte entre 25 términos municipales que, a su vez, se distribuyen en 6 comarcas: Picos de Europa (Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón), Montaña de Riaño (Riaño, Burón, Acebedo, Maraña, Boca de Huérgano, Reyero, Crémenes, Prioro, Sabero y Cistierna), Alto Porma (Puebla de Lillo y Boñar), Cea (Prado de la Guzpeña y Valderrueda), Los Argüellos (Valdelugueros, Valdepiélago, La Vecilla, Santa Colomba de Curueño) y Tierras de León (La Ercina, Vegaquemada, Vegas del Condado, Gradefes, Cubillas de Rueda).
A excepción de la comarca de Tierras de León, que se localiza en las estribaciones meridionales de la cordillera, allí donde el relieve empieza a elevarse desde las rañas del piedemonte, el resto del territorio es un ámbito muy montañoso, con multitud de cumbres que superan holgadamente los 2000 m de altitud y que alcanzan su cota máxima en el macizo de Peña Prieta (2540 m), en el eje central de la dorsal Cantábrica, y en el pico Torrecerredo (2648 m) en el Macizo Central de los Picos de Europa, que surgen como una muralla caliza al norte de la cordillera.
Prueba del gran valor ambiental de este territorio es la existencia de tres grandes espacios naturales protegidos: la Reserva de la Biosfera de Los Argüellos, que enbloga el curso alto del río Curueño), el Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre, que comprende la mayor parte de las comarcas del Alto Porma y Montaña de Riaño, y el Parque Nacional de los Picos de Europa, que en su sector leonés se extiende por los términos de Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón. Estos espacios naturales están también protegidos como Zonas de Especial Conservación y Zonas de Especial Protección para las Aves en el marco de la Red Natura 2000 y bajo el paraguas de las Directivas de Hábitats y de Aves de la Unión Europea.
Municipios y comarcas
de la Montaña de Riaño (León)
Principales Espacios Naturales Protegidos de la Montaña de Riaño
Paisajes y hábitats
Uno de los aspectos más destacados y evidentes de la Montaña de Riaño es la grandiosidad de su paisaje. A lo largo y ancho del territorio, se encuentran miradores naturales que ofrecen espléndidas panorámicas y permiten comprender la realidad de un espacio seccionado por macizos agrestes e impetuosos que envuelven valles idílicos de verdes praderías y bosques.
La Montaña de Riaño comprende el nacimiento y el curso alto de importantes cauces fluviales. Mientras que los ríos Sella y Cares vierten hacia el Cantábrico, todos los demás ríos de entidad, el Esla, el Yuso, el Río Grande, el Cea o el Porma, fluyen hacia el sur contribuyendo a la cuenca del Duero.
En este ámbito se conservan extensas masas forestales, dominadas por el haya en las cotas más altas, en las umbrías y en el sector más septentrional de la comarca, pero son el roble albar y el roble rebollo las especies más ampliamente distribuidas, en especial en la parte meridional del territorio. A su lado, crecen algunas masas singulares, como son el sabinar albar de Crémenes o el relicto pinar de Lillo.
Los bosques ocupan en general terrenos empinados y laderas no cultivables en los flancos de los valles, mientras que las vegas aparecen dedicadas desde antiguo a prados de siega para la alimentación del ganado. Adicionalmente, existen grandes áreas ocupadas por distintos tipos de matorrales y formaciones arbustivas, desde brezales y aulagares, a escobonales, piornales, sabinares rastreros o enebrales. También ocupan importantes superficies, sobre todo en la parte alta de los valles de origen glaciar, distintos tipos de pastizales seminaturales y naturales, que se mantienen en equilibrio gracias al ramoneo de los herbívoros silvestres y la cabaña ganadera.
Un territorio tradicionalmente lobero
Las espesuras arbustivas y de matorral situadas por encima del ámbito del bosque son de gran importancia para nuestro protagonista, el lobo, uno de los más formidables depredadores de la fauna ibérica. Inteligente y social, el lobo es un fantasma cuya presencia se palpa a cada paso en la Montaña de Riaño, pero que resulta extraordinariamente difícil de observar.
En este ámbito se estima la existencia de una veintena de manadas repartidas de forma homogénea por todo el territorio, aunque las zonas más montañosas son las que cuentan con una presencia más regular en todas las épocas del año. Esta densidad lobera se ha mantenido más o menos estable en las últimas décadas, a pesar de la intensa presión que ha sufrido con el criterio de mantener su población bajo control y reducir los daños a la cabaña ganadera.
Como consecuencia de su posición jerárquica en la cúspide de la pirámide trófica, por su papel de principal depredador de especies de interés cinegético y su capacidad para dar caza a animales domésticos de los que dependía, y aún depende en gran medida, la economía de la comarca, el lobo arrastra una larga historia de conflicto con el ser humano. Ha sido siempre un animal temido y perseguido. Su mera presencia obligaba a una estrecha y constante vigilancia de los rebaños y a su protección activa mediante el uso de perros guardianes (mastines leoneses) y la construcción de corrales de piedra en los que guarecer el ganado menor durante la noche. Innumerables anécdotas y vívidos relatos ilustran la traumática coexistencia del ser humano, el ganado y el lobo en la Montaña de Riaño.
Paradójicamente, la evolución moderna de la sociedad en el mundo desarrollado y una naturaleza cada vez más acorralada han convertido al lobo en un icono de la vida salvaje. Su existencia simboliza la persistencia de un ecosistema funcional, y es sinónimo de un espacio natural bien conservado. Estas motivaciones explican el interés creciente por la observación de esta especie en libertad, en lugares como la Montaña de Riaño, donde se dan las mejores condiciones para poder vivir esta experiencia, sin duda, una de las vivencias más emocionantes que puede deparar la naturaleza ibérica a un aficionado a la observación de fauna. Es así que esta actividad no ha dejado de crecer en la última década en la Montaña de Riaño, atrayendo aficionados de todas las partes del mundo y poniendo en evidencia que el lobo también es un recurso que contribuye al desarrollo social y económico de la comarca. Esta realidad pone en relieve la importancia de su conservación y la necesidad de encontrar un equilibrio entre todos los intereses y sectores involucrados, que puede y debe ser de gran ayuda para la gestión, sin duda compleja, de la especie.